Todo comenzó en Buenos Aires, cuando miré al camión cargado de vacas, todas juntitas, viajando a mi par en el carril izquierdo de la Ricchieri.
Sentada en el asiento trasero dejé volar mis pensamientos y en un momento miré a los ojos a una vaca. En ese instante pensé mi primer haiku.
Tengo que agradecer esa mirada, porque me ha cambiado la forma de observar al mundo que me rodea.
En una conversación surgió la idea de escribir haikus. Comencé a leer, informarme y a estudiar. A guardar en la memoria esas imágenes para luego transformarlas y comprimirlas en solo tres líneas.
Ese desafío que prometí realizar hoy cumple su primer año.
Quiero agradecer este día el cariño que recibo de todos los blogueros que leen y comentan mis haikus, ya que con ellos aprendo y me animo a mejorar día tras día.
Agradezco especialmente a mi equipo técnico que me soluciona los problemas y está pendiente del blog a todas horas. Y a mi "maestro", sin él, todo sería un sueño.
Viaje de vuelta
las vacas compañeras de ruta.
La mirada de ella a través de la reja.