Charo, ese almendro se ve tan inestable que me causó gracia que a alguien se le ocurra aparcar el coche debajo. A mi me gusta ver el lado divertido de todas las cosas.
Por eso ha de ser que no suelo regresar nunca a los lugares que me duelen... Y de esos conductores, me suelo proteger. Será por que no sé conducir ni me interesan los coches, estén donde estén... ;-) Gracias por tu comentario, linda.
Eva, en este caso yo miré el almendro, que a pesar del tiempo, y el clima sigue en pie, aunque tan inclinado que parece que se va a caer abajo en cualquier momento.
Las casas demolidas siempre me producen nostalgia. No puedo dejar de pensar en todas las personas que en ellas vivieron, en sus historias, en sus alegrías, en sus tristezas... y ahora ya no queda más que un vacío inhumano.
Esas casas me dan tristeza, de las que, veo que le queda algo pared...techo...los miro y me pregunto cuanto habran sentido dentro, cuando eran abrigadas.... Te deje comentario en el enlace que me has dejado. Besos
Inma_Luna. Es verdad que en la demolición queda dibujada las paredes, los azulejos del baño, el papel pintado de algún cuarto, las escaleras, es un poco cruel, la verdad. Pero a pesar de tanto vacío siguen los árboles frutales floreciendo y dando limones, ahora para nadie. un beso
Me alegro de recibirte en mi blog, Karras. se ha abierto un lindo debate sobre las casas demolidas, y cada comentario aporta una visión que enriquece al haiku.
Vuelve siempre que tengas ganas, es un placer leerte.
Katy, la verdad es que abandonar un jardín da tanta pena como derrumbar una casa. Salvo que el jardín sobrevive sin el cariño de los dueños. Un beso amiga.
Como siempre, Karin, tus haikus destilan ingenuidad y ternura. Son reflejo de un corazón puro y hermoso como el tuyo. Besos, mi niña, y feliz fin de semana.
Amalia, me quedo con tu opinión, aunque mi idea del haiku era que a pesar de todo siguen los árboles en pie... Y el del coche, ahora que lo pienso, también. Con el vendaval que hemos pasado el pobre almendro resiste los años... Un beso grande, amiga
El último haiku me ha hecho sonreir.Besicos
ResponderEliminarCharo, ese almendro se ve tan inestable que me causó gracia que a alguien se le ocurra aparcar el coche debajo.
EliminarA mi me gusta ver el lado divertido de todas las cosas.
Un beso
Por eso ha de ser que no suelo regresar nunca a los lugares que me duelen...
ResponderEliminarY de esos conductores, me suelo proteger.
Será por que no sé conducir ni me interesan los coches, estén donde estén...
;-)
Gracias por tu comentario, linda.
Eva, en este caso yo miré el almendro, que a pesar del tiempo, y el clima sigue en pie, aunque tan inclinado que parece que se va a caer abajo en cualquier momento.
EliminarUn beso
Las casas demolidas siempre me producen nostalgia.
ResponderEliminarNo puedo dejar de pensar en todas las personas que en ellas vivieron, en sus historias, en sus alegrías, en sus tristezas... y ahora ya no queda más que un vacío inhumano.
Besos.
Y ahora solo queda los limoneros y la pérgola solitaria, Toro, y el césped que crece silvestre.
EliminarUn beso
Esas casas me dan tristeza, de las que, veo que le queda algo pared...techo...los miro y me pregunto cuanto habran sentido dentro, cuando eran abrigadas....
ResponderEliminarTe deje comentario en el enlace que me has dejado.
Besos
Inma_Luna. Es verdad que en la demolición queda dibujada las paredes, los azulejos del baño, el papel pintado de algún cuarto, las escaleras, es un poco cruel, la verdad. Pero a pesar de tanto vacío siguen los árboles frutales floreciendo y dando limones, ahora para nadie.
Eliminarun beso
Muy buenos! abrazo
ResponderEliminarUn beso Fiaris, me alegra ver tu opinión y tu visita.
EliminarMe produce nostalgia ambos, lo cual no quita su belleza, no siempre todo es alegre¡¡¡
ResponderEliminarBesos Karín, cálidos ♥♥
Gracias Teresa, recibo tus saludos muy feliz. Y aprecio tu impresión sobre estos haikus.
EliminarUn beso
Y que historias deben guardar esas paredes que ya no existen, quizas se derrumbaron por el peso de tantas de ellas.
ResponderEliminarBesos y gracias por la visita.
Me alegro de recibirte en mi blog, Karras. se ha abierto un lindo debate sobre las casas demolidas, y cada comentario aporta una visión que enriquece al haiku.
EliminarVuelve siempre que tengas ganas, es un placer leerte.
Saludos
Los jardines salvajes, el espacio comunitario desecho.
ResponderEliminarSaludos.
Que buena síntesis Lavelablanca.
EliminarUn saludo
Bueno cuantos jardines yacen en el olvido al ser demolida la casa que la sustentaba.
ResponderEliminarBss
Katy, la verdad es que abandonar un jardín da tanta pena como derrumbar una casa. Salvo que el jardín sobrevive sin el cariño de los dueños.
EliminarUn beso amiga.
Bonitos Haikus y nostálgicos.
ResponderEliminarUn abrazo Katin
Carmen, a muchos amigos le causó la misma sensación.
EliminarGracias por visitarme.
Un beso
Ganas de ver el almendro en flor!
ResponderEliminarUn beso.
Carmen por aquí todos o casi todos los almendros están florecidos. Te prometo un haiku con la foto, cuando lo publique te aviso.
EliminarUn beso
Como siempre, Karin, tus haikus destilan ingenuidad y ternura. Son reflejo de un corazón puro y hermoso como el tuyo. Besos, mi niña, y feliz fin de semana.
ResponderEliminarSon haikus cotidianos, y como me sorprenden, yo enseguida los comparto con todos ustedes. Gracias Mayte por tus palabras llenas de cariño.
EliminarUn beso
Gracias Karín, que pases un feliz sábado.
ResponderEliminarGracias por tu cariño constante.
Eliminarun saludo
Que pena me da ver una casa demolida.
ResponderEliminarA todos les ha causado la misma sensación, un placer recibirte por aquí nuevamente.
Eliminarbesos
También a mí me produce mucha nostalgia.
ResponderEliminarTe mando un besito. Bonito fin de semana.
Amalia, me quedo con tu opinión, aunque mi idea del haiku era que a pesar de todo siguen los árboles en pie...
EliminarY el del coche, ahora que lo pienso, también. Con el vendaval que hemos pasado el pobre almendro resiste los años...
Un beso grande, amiga